viernes, 11 de mayo de 2012

Entrada, plato y postre. Todo junto es menor esfuerzo.

Desde una simple comida en casa propia, de amigos, o en un restaurante, se ha instaurado un orden inalterable a la hora de servir y consumir los alimentos. Primero se sirve una entrada que si bien puede tener variantes (appetizer, picada, botana, una breve degustación de quesos o fiambres, etc) no deja de ser un paso introductorio al plato principal, que como su nombre lo dice, conlleva una preparación y protagonismo singular, y es el eje central de la comida. Para finalizar, nos hemos acostumbrado a querer cambiar el sabor de boca hacia lo dulce, y es el momento de los postres, y para los que saben conciliar alimentos con salud, estos pueden ser en base a frutas. Existe también, lo que en tiempos modernos se bautizó como "maridaje" que es el tipo de bebida que acompaña mejor los alimentos que consumimos. Esta expresión se usa mucho entre los consumidores de vinos, ya que entre los conocimientos que expresan los sommeliers, está el saber recomendar qué vino acompaña mejor a cada tipo de comida. Pero no solo el vino es el mejor compañero de los alimentos:    en algunos países la cerveza, el tequila, el pisco o un vermouth son la bebida amiga para las entradas, como el champagne, licores dulces, licores de hierbas, oportos o vinos de maceración acelerada exaltan los sabores de los postres.
No importa el país ni la cultura, nadie come el postre al principio ni empieza con el plato principal y luego la entrada.

Pues este orden tan instaurado, es flagelado en algunas compañías aéreas y nos obligan por su forma de dar el servicio de alimentos, a que cambiemos un hábito que tiene tantos años como los que tengamos de vida. Y no estamos hablando de maridaje. Estamos hablando orden de los factores que si altera el servicio. Que lo vuelven un pésimo servicio.

Si bien nuestro estómago desconoce los sabores y todo lo que le demos sirve para saciar nuestro apetito, nuestro paladar si entiende las diferencias, hace a las diferencias y transforma el mero acto de alimentarse en un momento de placer, o de repugnancia.

Esta "anarquía alimenticia" nos es impuesta en algunas compañías aéreas, cuando nos sirven todos los alimentos al mismo tiempo, y como el plato principal es caliente, si nos abocamos a mantener el orden institucionalmente establecido de entrada-plato principal-postre, por la obligada refrigeración que circula en la cabina, o tragamos la entrada en 5 segundos, o empezamos por el plato caliente si queremos que así ingrese a nuestro organismo: caliente.

Es muy ingrato saber que este proceso lo han creado los sobrecargos para no tener que realizar una segunda ronda de servicios al brindar los alimentos: al darnos la bandeja con todo junto, se evitan tener que pasar nuevamente para darnos "en tiempo" el plato principal. Entonces, como si fuera en una casa de comidas rápidas, recibimos el combo completo, aunque a veces eso no incluye la bebida que la sirven otros sobrecargos y puede llegar a nosotros varios minutos después. Y  la tragedia es doble: romper el orden de los alimentos y comer sin bebida. Una experiencia solo para famélicos!

Hemos observado esta práctica en varios vuelos de Aeromexico, en la ruta BUE-MEX como en la MEX-BUE. Si estas pensando que esto solo pasa en clase económica, estas equivocado. En clase ejecutiva también! Y no solo es peor porque el valor del boleto exige un servicio de mayor calidad, sino porque la bandeja de ejecutiva consta de: plato con 3 canapés, ensalada, plato de quesos y frutas deshidratadas, manteca (mantequilla) con galletas y/o pan para untar, y como si fuera poco y al mismo tiempo, el tan conocido: "¿pasta o carne?".

En el vuelo Aeroméxico AM 29 del día 25 de abril, que cubrió la ruta Buenos Aires-México saliendo del Aeropuerto de Ezeiza a las 22.30hs, viajando en clase ejecutiva, Controlador Aéreo experimentó este servicio   que denominamos "todo junto es menor esfuerzo", y se repitió el mismo esquema en el vuelo AM28 de unos días después, con el que regresamos. Lo que nos dejó ver que esta "instaurado" el sistema de "fast food". Insistimos: estamos hablando de CLASE EJECUTIVA, cuyo valor promedio ida y vuelta es de U$S 5.000.

No hace falta decir que terminado este servicio "all in one", los sobrecargos recogen las bandejas y apagan las luces para desaparecer casi mágicamente, hasta el momento del desayuno (ambos vuelos son nocturnos, por lo que se ofrece cena primero al despegar y desayuno una hora y media antes del aterrizaje).

Eso si: el combo incluye una botella de agua pequeña que se entrega a cada pasajero al apagar las luces de cabina. No sea cosa que nuestro organismo mantenga una dejo de "orden ritual" y se nos ocurra molestar en la noche pidiendo agua.

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